18 de septiembre de 2009

siete focas.


No puede faltar la cábala. Lo abrazo con fuerza, cierro los ojos y convoco a mi fiel guardia personal. Desde aquella vez, lo contraté especialmente para protegerlo. Tiene el nombre de un muy buen amigo. Lo beso de nuevo. Lo examino entero, imprimiendo una imagen mental casi perfecta de su persona para sobrellevar lo que queda de la noche. Lo miro con miedo, lo amo con los ojos como si fuera la última vez, implorando que no lo sea. El beso final. Abro la puerta y lo dejo ir. Me doy vuelta. Vuelvo a repetir mi versito aliado mientras subo los tres escalones del hall. Me desconcentra verlo por el espejo. Sigue ahí, como siempre, esperando que yo me suba al ascensor. Me pongo nerviosa. Me pregunto cómo me veo de espalda, qué tan desarmado está mi pelo, qué tan chueca estoy caminando. Trato de sentirme natural pero es imposible. Saberlo ahí me da pánico. Me siento patética. Quiero romper el vidrio con la cabeza y poder volver a estar con él. Tarde. Ya llamé el ascensor. Y él sigue ahí mirándome, cuidándome desde afuera porque sabe que soy tan torpe que puedo agarrarme el dedo con la puerta corrediza. Se pone meloso. Yo le respondo con fuck yous o sacadas de lengua para evitar caer en la tentación de olvidarme del mundo y correr hacia él. Llega el ascensor. Abro la puerta mientras lo saludo por última vez con la manito y una sonrisa de oreja a oreja. Costosamente, le quito la mirada de encima y entro.

El ascensor.

Uno. Pip.
Me agarra un nosequé de excitación, me río como una niña preadolescente que acaba de dar su primer beso. Es genial como cada cosa se siente como la primera vez.

Dos. Pip.
Siempre me pasa lo mismo, siempre pienso lo mismo, todas las sensaciones más vivas que flores en primavera. No puede ser más lindo porque no le sobra el tiempo.

Tres. Pip.
Me encanta todo, absolutamente todo. Las mil y una imágenes perfectas de la noche pasan por mi mente en tres segundos.

Cuatro. Pip.
¿Por qué se termina tan rápido? Sonrío como una estúpida, me río de alguna de esas escenas de mejores amigos que tuvimos. Eso es, mi mejor amigo.

Cinco. Pip.
Necesito saber de él ya, necesito que me mande su mensaje habitual, necesito corroborar que todo lo que paso esta noche es real, que aunque sea su situación se asemeja un poquitito a la mía.

Seis. Pip.
Mi panza está que explota, hay miles de cosas que convergen dentro de esa región. ¿Es normal? ¿Es normal que después de nueve meses me siga sintiendo así? ¿Es normal que desespere por su persona? ¿Es normal que siga eligiéndolo y reeligiéndolo por sobre todo, que no me canse, que no me aburra?

Siete. Pip.Pip.Pip.
Abro la puerta y salgo al pasillo. Sigo sonriendo, mi corazón va a mil, mi mente se echó una carrera para recorrer la noche de pe a pa. Abro la puerta del F. Saludo amablemente; si tengo suerte es recíproco, aunque de vez en cuando se intercala un reproche por el horario que me es indiferente. Me siento rara, hasta podría sentirme incómoda. Temo haber encontrado un lugar mejor para estar que mi propia casa.

if the rain must fall...
9♥

2 comentarios:

  1. Che piba sos muy genia, sabías? Me pone muy contento que mi mejor amigo haya encontrado una mejor amiga que le siga el ritmo, porque el ritmo de ese pibe es increible.
    Te veo en estos dias seguro, besoteeeee

    ResponderEliminar
  2. Y si, a veces es normal seguir sintiendo así después de nueve meses… entiendo que dudes, pues no es normal, pero en ocasiones pasa...
    Muy lindo lo que escribiste, muy lindo… ¡que estés bien!

    ResponderEliminar